23 de marzo de 2008

bitácora vacacional - final

sábado 22 de marzo: chesta @ joshua's

El viernes me seguí sintiendo mal y ví dos películas con mi mamá: Brokeback Mountain y otra de políticos. Grité "¡por queeeeé!" una y otra vez durante Brokeback Mountain. Y esque Heath Ledger es uno de mis actores favoritos y fue una pérdida insuperable. En serio.


Así que el sábado me hice a la idea de que aún no podría salir dado el estado de mis pulmones y garganta (y esque después de ¿tres? días de encierro y descanso, uno como que se acostumbra a no hacer nada). Ya en la tarde, me resigné a que esto habían sido mis anheladas vacaciones: días enteros viendo tele. No hice nada de lo que tenía planeado; no fuí a Toluca ni tampoco al museo. No fui a sentarme a contemplar la ciudad en el Ángel de la Independencia ni a tomarme una taza de café ahí. No fui a ningún toquín y tampoco pude ver a todos mis amigos en estas vacaciones. No sé si llovió, pero no hubiera podido empaparme de mugre por la tos y definitivamente, lo que más lamento, es no haber ido a ver al señor de las groserías en el centro. Y llegué a la conclusión de que no me arrepiento, fueron unas buenas vacaciones. Descansé como ya me hacía falta. Reí mucho en ellas, tanto sola como en compañía. Me dí cuenta de que debo aprovechar mejor el tiempo y no hay pretexto para no ir al museo sola otro día, si me apetece. Y dormí como hacía mucho tiempo no dormía.

Estaba sumida en estas reflexiones cuando a las siete y algo recibí una llamada: mi novio regresó antes de su campamento de tornillos y quería sorprenderme en la fiesta de Joshua, a la cuál yo, a las siete de la noche, aún pensaba (y descartaba completamente) en asistir. Pero como sabía que estaba enferma, mejor hablaba para saber si iba a ir o no. Qué cosas. En el fondo me la esperaba pero tampoco lo creí posible. Intuición femenina.

Así que nos lanzamos a la fiesta, dónde ví a algunos de mis más queridos amigos y bebí un par de cervezas (procurando que no estuvieran muy frías) y dí por concluídas unas vacaciones más, justo como las empecé: en la beoda.

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